Publicação em destaque

Átomos estéticos são também cognitivos

  “Quando vemos algo além de nossas expectativas, pedaços locais de tecido cerebral geram pequenos ‘átomos’ de afeto positivo. A combinação ...

24/01/2010

aquel diluvio

Aquel diluvio de Otoño

El primer hombre

Con su calor de morriña y de ternura materna,

Sin un beso, encerrado en un misticismo sensual

Con la calma de una mano invisible,

Como una ragazza che aveva una rosa

Sin lagrimas en los ojos,

Tan solo mató a su padre.

ella reclina su cabeza con una ternura épica

Ella reclina su cabeza
En la noche, loca
Por Nimrod, la lengua
Haciendo que los labios se separen;
Contenta por un desconocido,
Hice un arco con el tiempo
A unos 0 metros de su puerta.
Como si arrancara pensamientos
De su cabeza, se acomodó,
Le hizo levantarse
Y le sentó en la vieja cama
Totalmente apretada
Que no bajaba la guardia,
Observándole incrédula:
¡¡oh diooooooooooooosss!!...
Caminaba por el parque despacio
Y poco a poco siguió entrando, mientras
Las golondrinas volaban cantando
Sobre los volcanes empalada sinfonía.
Ella siguió de largo, acercaba
A su rostro y lo besaba profundamente.
Sin perder el tiempo le preguntaba si estaba bien,
El cabello suelto sobre el, bajando
Le tomo la cabeza y la hizo arrodillarse frente
Ancha, sin reparo alguno, lascivamente,
A caso en el Caribe… Ella estaba en la gloria,
Miro los pies y vio
Que una de sus sandalias se había caído,
Se detuvo un momento y saco su cuerpo
Se sonríe sobre la cama desnuda
– Esta envidia por las experiencias imposibles es el pan de cada día –
Sonríe como si fuesen viejos amigos,
Sin comprometer nunca su alegría,
Los ojos enormes, la singularidad de sus manos –
Era de noche y la chinita tenia miedo,
miedo tenia de andar solita –
No tiene precio, no tiene precio la chinita,
Le encanta – no pares – escandalosamente
Hecho una furia la fuerza del hombre
– No sé cuanto tiempo pasó tan potente,
Un tono más que sospechoso, una lascivia
Gozando de tus intimidades la parte compartida –
Con una pluma de Faisal entre sus dedos
La espuma se va, una tarde calurosa del mes de julio,
No le quedó más remedio que asentir,
Su cara enfrentada al espejo
Hasta el fondo de su vientre
Liberado por completo con una ternura épica.

cartas de longe VI

Lento ocaso
Delicioso azul
Escurecendo
Entre as mãos de uma mulher

cartas de longe V

O azul do céu
Nosso azul
Isso queria
Cores vivas a pensar
O verde do planalto
A luz que anda no ar
Põe tudo isso numa carta
Para me acordar
Quando te disser que escureci
Nos ondulantes voos das gazelas

cartas de longe IV

Nada nos denuncie.
Deito os olhos no leito irregular
Das tuas cartas
Mas não ouço a música
Do sol brilhante.
Que os seus dedos amorteçam,
Não permitam a noite sem estrelas
E nos toquem, fraternos.

cartas de longe III

Continuaremos a jogar
A bola insensata
Entre nós e com pena
De não sermos nada.

cartas de longe II

Se pudesse receber
O teu ardor nos poros
Nossa esperança comum
Em verso ou prosa a estiolar,
Um coro africano daqueles fundos, antigos,
E um batuque melancólico
Para atroar a noite com silêncios
A falar-nos de uma, talvez, dor –
Outra palavra que não diz,
Letras mortas nesta carta…

cartas de longe I

Sucedo-me com os dias.
Peço-te o sol a nascer
E a tombar.
As cores vivas
Dos movimentos e das coisas
Que não conseguimos dizer
Nas letras mortas de uma carta.
Isso queria
Que me enviasses.

(Campinas, 1978)